Eduardo Freiler está bajo sospecha por su abrupto crecimiento patrimonial y porque reconoció que no paga los impuestos. El camarista federal fue un alfil de Cristina Fernández, y sus fallos o decisiones procesales siempre beneficiaron a la expresidente. Sin embargo, en la acusación que enfrenta en el Consejo de la Magistratura no hay un planteo que apunte a revisar el contenido dogmático de sus sentencias. Eso sería una cacería brujas: un procedimiento que no cuadra en un sistema democrático que pretende -de una vez por todas–purgar ciertos pozos ciegos que se encuentran en determinados juzgados de Comodoro Py.

Frieler es investigado porque sus números contables no cierran. El camarista no puede probar un ingreso lícito que justifique su patrimonio y no tiene razones jurídicas para explicar su incumplimiento sistemático en el pago de los tributos que adeuda (ABL, impuesto inmobiliario e ingresos brutos). Hay suficientes evidencias para justificar la destitución de Freiler, pero Su Señoría es protegido por el kirchnerismo y sus peones.

La arquitectura institucional del Consejo de la Magistratura facilita la estrategia de protección de Freiler. Como se necesita una mayoría especial para su destitución, el controvertido camarista está a salvo. Fue clave el rol de Jorge Candis, que prometió votar en contra de Freiler, y horas antes de cumplir con su palabra anunció que apoyaba al camarista federal.

Para el gobierno, a Candis lo apretaron antes de la votación. Y sin margen de maniobra, habría ratificado su compromiso político con CFK.

Freiler seguirá en su cargo.

Justicia para todos. Y todas.