Todos los habitués de la quinta de Olivos y Balcarce 50 sabían que la plata entraba fácil a las arcas de Néstor Kirchner, Cristina Fernández, sus altos funcionarios, sus familiares y sus socios ocultos, que se beneficiaban con la obra pública que se decidía en la intimidad del poder. No puede haber sorpresa, y menos si participás en tertulias políticas desde que los Montoneros soñaban con suceder a Juan Domingo Perón.
La secuencia informativa que protagonizaron Lázaro Báez y José López ratificó la información que corría entre los invitados especiales del clan Kirchner. Había una matriz de corrupción que implicaba conceder contratos del Estado a cambio de una coima que se financiaba con los sobreprecios avalados en el despacho presidencial. Báez construía y luego pagaba. López aprobaba la obra, y luego cobraba. Todo con el control de Néstor y Cristina, cuyo patrimonio creció de manera exponencial en sus años de hegemonía política.
Horacio Verbitsky cree que CFK no fue lo suficiente vehemente para defender su inocencia y criticar a los corruptos sistémicos frente a los corruptos coyunturales. La última pluma del exoficialismo asegura que se puede distinguir entre la corrupción ejercida por López y los actos de la patria contratista protagonizados por las empresas de la familia Macri.
«Es verosímil, como dijo CFK el viernes, que ese dinero no se lo haya dado ella a López sino algún empresario que hacía negocios con el Estado. Pero la estridente sospecha, inducida por un afinado coro de medios, no es que proviniera de la ex presidente, sino que ella y/o el ex presidente Néstor Kirchner hayan sido receptores de entregas previas equivalentes. `Que nadie se haga el distraído. Ni empresarios, ni jueces, ni periodistas, ni dirigentes. Cuando alguien recibe dinero en la función pública es porque otro se lo dio desde la parte privada. Esa es una de las matrices estructurales de la corrupción`, agregó CFK. La respuesta sabe a poco por parte de quien en un acto proselitista en La Plata contó que cuando eran muy jóvenes Kirchner le dijo que para hacer política es necesario tener plata», escribió el periodista de Página/12.
A Verbitsky sólo le sorprende que Cristina haya contestado con cierta candidez política. No hay en todo el arículo, una simple especulación acerca de la posible connivencia entre CFK, De Vido y López, por citar tres casos que ya se investigan en Comodoro Py. Me llama la atención: el periodista de Página/12 frecuentaba el primer piso de Balcarce 50, cuando Néstor y Cristina necesitaban asesoramiento profesional.
«Al cabo de doce años de gobierno en los cuales José López fue el regente de la obra pública bajo las tres presidencias Kirchner, el comentario de CFK luce tanto necesario cuanto insuficiente. Hubo tiempo de sobra para poner en funcionamiento mecanismos institucionales que redujeran las oportunidades para el enriquecimiento ilícito de funcionarios, con un nuevo régimen de compras y contrataciones del Estado, que superara al obsoleto sancionado por Fernando de la Rúa en 2001 y actualizado en cuanto a su informatización por CFK en 2012, con menos controles que excepciones a la licitación pública», añade el periodista de Página/12.
La posición de Verbitsky debe ser leía con su trayectoria política. Siempre tomó distancia de los proyectos que avaló y luego el tiempo transformó en una anécdota del poder, Lo hizo con Montoneros, la dictadura, Raúl Alfonsín, Carlos Menen, Adolfo Rodríguez Saá, Néstor y ahora Cristina. En su última nota, el periodista defiende a La Cámpora, una patrulla perdida que pretende influir en su nueva construcción de poder.
Es un falacia dividir entre corrupción sistémica y corrupción coyuntural, La corrupción es una plaga, al margen de los tiempos políticos y los nombres propios.
Y todos deben pagar, ni importa si se llama Kirchner, Fernández, De Vido, Bonafini, López o Macri.