Siempre imaginó que sería la estrella política de los dos Bicentenarios más importantes de la Historia Nacional. Fue protagonista del bicentenario de la Revolución de Mayo y hubiera hecho lo imposible para eclipsar a Daniel Scioli, su fallido candidato a la Presidencia de la Nación. Pero ahora ambos están afuera del poder, y es poco probable que regresen: CFK por su presente plagado de causas judiciales. Y Scioli porque el peronismo es terminante con los candidatos que pierden las elecciones: ya sucedió con Ítalo Luder y Eduardo Duhalde.
La ausencia de Cristina ratifica una tendencia de los últimos 32 años de democracia. Con excepción de Raúl Alfonsín, todos los expresidentes terminaron condenados, procesados o acusados en Comodoro Py, tras haber actuado como jefes de Estado. Carlos Menem por la venta ilegal de armas, Fernando de la Rúa por las coimas del Senado y CFK por la operación del Dólar Futuro.
En este contexto, sólo Alfonsín hubiera sido invitado a los festejos en Tucumán. Los otros hubieran empañado los actos del Bicentenario de la Declaración de la Independencia.
La situación judicial de los expresidentes entre 1983 y 2016, contrasta con la situación política de los expresidentes que fueron electos entre 1916 y 1973, cuando sucedieron los últimos comicios generales antes del golpe de Estado de 1976. Hipólito Yrigoyen fue derrocado y preso por la dictadura de Uriburu. Juan Domingo Perón cayó por la Revolución Libertadora y marchó al exilio. Arturo Frondizi fue derrocado y detenido por las Fuerzas Armadas. Arturo Illia terminó arrastrado por la Revolución Argentina. Héctor J. Cámpora renunció forzado por Perón. Y el General se murió de viejo y dejó a cargo a Isabelita, que fue golpeada por Jorge Rafael Videla, Emilio Massera y Ramón Agosti.
El contraste entre ambos períodos aparece sin dificultad. Durante casi setenta años (1916-1983), los expresidentes cayeron por movimientos totalitarios montados por alianzas cívicos-militares. Y en los últimos 32 años, sólo expresidentes peronistas cumplieron sus mandatos y la mayoría –menos Alfonsín—terminaron explicando sus actos de gobierno o el origen de su fortuna en los juzgados federales.
En 1816, se declaró la Independencia Nacional. Estábamos solos, éramos pocos, y la tensión política y económica desembocó en una guerra civil.
En 1916, iniciaba una etapa histórica signada por el voto universal y el acceso a los principios básicos de la democracia.
En 2016, el sistema institucional está consolidado, pero la asimetría económica encuentra al país en una crisis social que afecta a la mayoría de los argentinos.
¿Y 2066…? Serán doscientos cincuenta años de la Declaración de la Independencia. Un momento histórico que podría encontrar a expresidentes aplaudidos por la gente y sin causas judiciales, mientras los niveles de pobreza y analfabetismo se han reducido a la mínima expresión.
¿Utopía? Alcanza con recordar los contextos históricos que enfrentaron Mariano Moreno, Manuel Belgrano y José de San Martín. Para ellos, no había Utopías. Apenas la voluntad de cumplir con un destino y una construcción institucional que debía incluirnos a todos.
Aún estamos a tiempo.