Cristina Fernández de Kirchner está convencida de la existencia de una conspiración política ejecutada desde Comodoro Py para terminar con su libertad y controvertir su lugar en la historia de la Argentina.

Se trata de una especulación personal que dura un instante frente a las evidencias y a su trayectoria política. Hay pruebas en su contra, y nadie duda que no existe otra mujer en la historia del país -incluida Evita- que haya construido tanto poder y haya ocupado tantos cargos públicos.

En este contexto, la vicepresidente desea una ley que termine con la resistencia de ciertos fiscales que aún investigan sus presuntos actos de corrupción cometidos cuando ocupaba la Casa Rosada. Esa ley se llama Reforma a la Procuración General.

La iniciativa es rechazada por la oposición -con excepción de algunos diputados que vuelan al ras del piso- y es mirada con desdén en los principales despachos de Balcarce 50.

Si la ley de CFK es sancionada, el candidato oficial a Procurador General, Daniel Rafecas, quedaría en el camino. Y Alberto Fernández sufriría una derrota política.

Cristina espera su ley. Será Godot.