Nicolás Dujovne es honesto y estudioso. Pero amateur cuando debe comunicar la posición de su gobierno en el exterior. Dujovne hizo pronósticos sobre la deuda externa que alertaron a los mercados y quedó a la defensiva cuando le preguntaron sobre sus depósitos off shore. El ministro de Hacienda aún no entiende el impacto de sus declaraciones y a veces comenta sobre la agenda nacional como un simple columnista de un programa de cable.

El gobierno se esmera en reiterar que Mauricio Macri es la nueva imagen de la Argentina, y que su discurso intenta explicitar la nueva agenda ética, política y económica del país. En una declaración de diez segundos, Dujovne enterró esta meditada estrategia comunicacional: «La historia de un país no puede cambiarse. Hay mucha confianza en el gobierno de Mauricio Macri pero también muchas dudas sobre la Argentina. Y es comprensible», dijo el ministro de Economía en una conferencia de prensa ofrecida en Madrid.

Dujovne viajó especialmente a España para ratificar el rumbo económico y asegurar que no hay vaivenes institucionales que pongan en peligro las inversiones directas. El ministro no cumplió su cometido: instaló dudas y causó incertidumbre. Especuló con un escenario político que excedía el tiempo de mandato de Macri y no proyecto expectativas frente a un auditorio que sufrió la expropiación de YPF-Repsol y el maltrato de Néstor Kirchner cuando ocupaba la Casa Rosada.

Oportunidad perdida.