Lula de Silva derrotó a Jair Bolsonaro y una nueva etapa política se abrió en Brasil y América Latina. Bolsonaro fue una falla inesperada del sistema democrático y Lula deberá gobernar con el Congreso en contra. Esta circunstancia institucional pone a Brasil al borde de un vacío de poder, si el Presidente electo no logra consensuar una agenda básica con los legisladores ubicados al centro del escenario ideológico de su país.
En cuanto a América Latina, Lula podrá liderar un bloque de países que exhiben miradas similares respecto a la pobreza, la igualdad de género, el cambio climático y la lógica del mercado global. Brasil, Argentina, Chile, Perú, Bolivia, Colombia y México coinciden en la básico, y si la articulación multilateral funciona, el tablero internacional deberá aceptar a otro jugador de peso a partir de 2023.
Alberto Fernández y Lula son amigos personales, y ello puede implicar una relanzamiento de las relaciones bilaterales con Brasil y un nuevo punto de arranque del Mercosur. Sin embargo, el presidente electo tiene su propia agenda política y no se deben descartar desavenencias con Alberto Fernández.
La amistad y el ejercicio del poder son dos hechos de difícil compatibilidad.