La suma de dos errores consecutivos puede beneficiar la defensa de Cristina Fernández, sus hijos, amigos, socios y ex miembros de su gobierno. El fiscal federal Guillermo Marijuan se equivocó al grabar en un audio de Whatsapp, las futuras consecuencias procesales de su último escrito solicitando la declaración indagatoria de CFK y el exministro Axel Kicillof. Y la productora de Luis Majul, a quien el fiscal estaba explicando el eventual resultado de la requisitoria, cometió la traición profesional de reenviar ese Whatsapp a sus colegas de producción de otros programas periodísticos. La mala praxis del fiscal y la periodista hicieron un daño grave a una investigación penal que tiene mucha prueba contra Cristina y sus eventuales cómplices.
Frente al audio de Marijuan, CFK lanzó una sucesión de tuits para aprovechar el error del fiscal. La expresidente sostiene que hay una conspiración en su contra montada por jueces y medios. Obvio, la argumentación de Cristina no tiene correlato con la realidad. Se trata de una construcción mediática que apunta a confundir a la opinión pública y a ganar tiempo en los tribunales. A continuación, los tuits de CFK publicados por El Destape, un portal orientado a la protección y defensa del kirchnerismo.
Lo que resta es la apertura de una causa en la justicia federal y un expediente administrativo en el Consejo de la Magistratura para discernir si Marijuan violó la ley al anticipar los eventuales resultados de su actividad como fiscal federal. Esto es un paso fundamental para despejar, desde una perspectiva jurídica, la legitimidad de los actos asumidos en las distintas causas abiertas que tiene Cristina, sus socios, familiares y amigos. Hasta que esto no suceda, sería recomendable dos circunstancias: que Marijuan no abra la boca y que no ejecute ninguna medida procesal que pueda ser impugnada en el futuro.
Respecto a las causas en sí mismas, no hay nada que temer. La evidencia es tan importante y tan voluminosa, que con el tiempo los errores sucesivos del fiscal y la periodista serán una simple anécdota que se comentará con ácida ironía en las redacciones y en Comodoro Py.
