Mauricio Macri tiene un objetivo personal que excede sus aspiraciones electorales: evitar que Cristina Fernández regrese a la Casa Rosada. Si ello pasara, Macri habría fracasado en la construcción de su legado político, que pretende asentarse en el entierro del peronismo populista y en diseñar un sistema macroeconómico que implique baja inflación, cero déficit fiscal y reducción constante de la pobreza estructural. El Presidente polariza con CFK para obtener su reelección, pero su deseo va más allá de la permanencia en el poder: Macri sueña con un pacto institucional que permita una gobernabilidad consensuada para salir de la crisis económica y promover un amplio acuerdo político que enfrente las asignaturas estructurales pendientes.
Las intenciones presidenciales quedaron encerradas en un laberinto coyuntural levantado por Sergio Massa y Roberto Lavagna, que sueñan con suceder a Macri y responden con tácticas electorales a planteos que exceden los resultados del balotaje de noviembre. Los precandidatos de Alternativa Federal — suman 18 por ciento de intención de voto para la primera vuelta–, están perdiendo la oportunidad de construir un acuerdo que puede marcar un nuevo rumbo a la actual experiencia democrática. Macri no sólo convoca para exorcizar a Cristina, también lo hace para conciliar un pacto institucional que proponga respuestas estructurales a un diseño de país que ya no responde a la lógica global del siglo XXI.
Massa y Lavagna tienen sus propios programas institucionales que no difieren de la propuesta de Macri. Aún más: se complementan y trazan una propuesta superadora al discurso que empuja CFK como base de su eventual campaña presidencial. Sin embargo, los exministros del kirchnerismo buscan una diferenciación con Cambiemos para sumar un punto adicional en sus chances de superar la primera vuelta y entrar en el balotaje. Esa pequeña aspiración coyuntural puede herir de muerte a una propuesta que excede los límites de la campaña y que pretende su vez contener la situación económica bajo el stress del riesgo país y la depreciación del peso.
La miopía electoral puede implicar el regreso de CFK. Un retorno que colocaría a la Argentina –de nuevo– al lado de Nicolás Maduro, Irán y la familia Castro. Faltan cinco meses para las elecciones presidenciales. Todavía hay tiempo para evitar una posible catástrofe institucional. Se trata de lograr consensos y poner entre paréntesis — por un instante– una legítima batalla por el poder. Sería un cambio fundamental en la democracia de la Argentina.