Vladimir Putin colocó a Alberto Fernández en una encrucijada política. Le prometió 10 millones de vacunas entre enero y febrero que jamás llegarán. Pero el Presidente ya había hecho su anunció en los medios, y ahora pagará su precio político por prometer lo que no puede cumplir.

El Kremlin busca ciertas alternativas para satisfacer alguna cuota de lo acordado con la Argentina y no sería extraño que las próximas dosis sean enviadas desde Corea del Sur o la India. Sin embargo, el panorama aún es incierto. Y no debería sorprender que los nuevos cargamentos de Sputnik V recién aterricen en Ezeiza hacia fines de febrero.

Mientras tanto no hay noticias alentadoras en Pfizer, Moderna, AstraZeneca y Sinopharm (China). Estos fabricantes de vacunas contra el COVID-19 no están en condiciones de asegurar cuando pueden entregar sus productos al país. Es más: a esta altura de enero, sólo habría novedades desde Sinopharm, que nos vendería una partida de un millón de dosis a un precio muy alto y con un plazo de entrega cercano a los primeros días de marzo.

La imagen pública de Alberto Fernández cayó a sus niveles históricos desde que asumió como Presidente. Apenas está por encima del 35 por ciento de opinión positiva, acorde a las encuestas que circulan con reserva en la Casa Rosada. La imagen se cayó por la crisis económica derivada de la pandemia y a la ausencia de vacunas contra el COVID-19.