Alberto Fernández tuvo la posibilidad de definir su destino político y cayó en la trampa de plantear un acuerdo partidario con Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa, que siempre cuestionaron su capacidad como Presidente. CFK nunca olvidó sus críticas cuando ocupaba el poder y Alberto Fernández opinaba en los canales de noticias, mientras que Massa nunca dejo de evaluar que el jefe de Estado entendía muy poco sobre economía y la agenda mundial.

Cristina y Massa iban a Olivos y escuchaban los razonamientos de Alberto Fernández. Después se encontraban a solas en la Cámara de Senadores y preparaban su propia agenda política. Un mecanismo interno que nunca pudo desarmar el Presidente y su gabinete de confianza. En el ínterin sucedieron la Fiesta de Olivos, la renuncia de Martin Guzmán, los posteos de la Vicepresidente y la derrota en los comicios de medio término.

Cuando su poder político se extinguía, Alberto Fernández se presentó como el garante del equilibrio palaciego. La Cámpora, con Máximo Kirchner, rechazó esa propuesta política e inició una ofensiva que terminó de desnudar al jefe de Estado. Luego Massa cerró el círculo asfixiando la candidatura de Daniel Scioli, que era apoyada por el presidente y los escasos ministros que aún lo respetaban en la Casa Rosada.

Alberto Fernández pasa sus días en Olivos, no se le conoce agenda oficial y todavía habla con Massa. Tuvo su momento, al comienzo de la pandemia, y lo desperdició. Aún no se sabe porqué.