Alberto Fernández viajó a Madrid, Berlín y París con un iniciativa diplomática de difícil coronación: frente a Pedro Sánchez, Olaf Scholz y Emmanuel Macron se propuso como mediador para encontrar una salida pacífica a la guerra entre Rusia y Ucrania y ofreció la capacidad agropecuaria del país y las reservas de gas en Vaca Muerta para resolver las consecuencias económicas y alimentarias que soporta Europa por la decisión bélica de Vladimir Putin.
La propuesta presidencial fue tomada en España, Alemania y Francia como un gesto de solidaridad política sin futuro inmediato. La producción agropecuaria está en manos de empresas privadas y el gas de Vaca Muerta es una existencia estratégica que depende de una inversión multimillonaria que no sucederá durante este gobierno peronista.
Alberto Fernández ofreció a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) como resorte multilateral para explorar una salida consensuada a la guerra ilegal que Rusia desató contra Ucrania. La CELAC tiene socios que juegan a favor de Moscú -Bolivia, Nicaragua, Cuba y Venezuela- y en Europa no imaginan que Kiev acepte esa propuesta de Buenos Aires.
La perspectiva presidencial para planificar sus viajes al exterior es un intríngulis. Alberto Fernández ofreció una ayuda en comodities que no podrá satisfacer y una mediación diplomática que nunca será aceptada por Ucrania.
Mientras tanto, la embajada argentina en Kiev continúa cerrada.