Alberto Fernández desea hacer un acuerdo de precios y salarios con las principales empresas del país y los dirigentes sindicales más influyentes de la CGT y la CTA. Es un viejo modelo peronista que pocas veces resultó por la puja distributiva y la inflación anual.
El Presidente confía en sus relaciones de poder con Hugo Moyano y los viejos gordos gremiales para establecer el concepto de «paritarias libres» por encima de la inflación -garantiza la ausencia de movilizaciones- y apuesta a una rápida negociación con las compañías formadoras de precios para cerrar un incremento de la canasta familiar que no impliqué una caída extrema de la capacidad adquisitiva de los salarios.
En medio, la situación del campo y la tensión con la Mesa de Enlace agrega otro elemento conflictivo a una negociación que tendrá alzas y bajas. Alberto Fernández cree que es posible pactar con los productores agropecuarios un volumen de exportaciones que no implique un aumento desmedido de los precios en la cadena productiva que va del campo a la góndola.
El Presidente ya diseñó una estrategia electoral destinada a recuperar el «voto blando» que lo llevó a la Casa Rosada, y empuja un acuerdo de precios y salarios para vencer en los comicios de octubre y soñar con una eventual reelección. Es un plan que ambicioso con final abierto.