Sergio Massa decidió afectar su relación política con el Fondo Monetario Internacional (FMI) a cambio de fortalecer sus posibilidades de ingresar al balotaje de noviembre. El ministro de Economía prometió a Kristalina Georgieva que cumpliría con las metas del Programa, y la directora gerente del FMI le creyó pese a las constantes advertencias de los directores del Board que representan a Alemania, Francia, Japón y Canadá.
Sin embargo, el gasto proselitista que Massa utilizó para avanzar en su campaña presidencial choca de frente con los acuerdos públicos y reservados que cerró con el FMI. Las metas establecidas sostienen que Argentina no puede tener un déficit fiscal por encima del 1.9 por ciento y que las reservas del Banco Central deberían llegar -al menos- a 8.000 millones de dólares antes que concluya septiembre 2023.
Todos los anuncios de Massa destinados a aplacar la inflación de agosto y septiembre implican un 1% del PIB, y ese desvío presupuestario encendió las luces de alarma en el FMI. El staff del FMI asume que el candidato oficialista no hará nada para equilibrar las cuentas, mientras que en el Palacio de Hacienda se definen otras medidas destinadas a evitar que la inflación transforme a Javier Miley en el sucesor directo de Alberto Fernández.
La jugada de Massa tiene un alto riesgo político: rompió todos los acuerdos con el FMI y en noviembre deberá negociar con el staff y el directorio un pacto institucional que le permita acceder a nuevos desembolsos de Derechos Especiales de Giro (DEG´s), antes que concluya su mandato como titular del Palacio de Hacienda. Si el FMI no perdona los incumplimientos consumados por la decisión política del ministro/candidato oficialista, Argentina ingresará en default a pocos días del cambio de guardia en la Casa Rosada.
El FMI no quiere ruido institucional y ya diseña una estrategia para negociar con el presidente electo y su equipo. Por eso Massa decidió quebrar las reglas de juego con el objetivo política de acceder al balotaje, una hipótesis electoral que no se descarta. Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner avalaron la decisión del ministro de Economía y ahora aguardan los resultados de la primera vuelta.
Un paso en falso puede enterrar las aspiraciones de Massa y transformar a Milei en Presidente.