Elena Highton de Nolasco, Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz tienen honestidad intelectual y habría que descartar dolo político cuando fallaron a favor de un represor ilegal que solicitó la aplicación del 2×1 para obtener su libertad. Tampoco debería implicarse a estos tres jueces de la Corte en una jugada opaca destinada a establecer una mayoría automática para servir los intereses de Mauricio Macri. Asumir lo contrario, implicaría desconocer la naturaleza ética de Highton de Nolasco, Rosatti y Rosenkrantz y multiplicar la importancia que tiene la detención de los represores en la agenda presidencial.

Descartada la ausencia de honestidad y la ejecución de una maniobra política, aparece una clara conducta preterintencional: Highton tuvo suficientes reflejos para proteger su lugar en la Corte, Rosatti conoce la lógica interna del poder y la política, y Rosenkrantz se crió al lado de Carlos Nino, el jurista que le permitió a Ricardo Alfonsín justificar legalmente la nulidad absoluta de la Autoamnistía de la dictadura militar. Entonces, por sus antecedentes personales, es obvio que los tres jueces debieron haber previsto que estaban causando un daño irreparable a la democracia y la defensa de los derechos humanos.

Un día frente al espejo, paseando con su mascota, o acariciando a los nietos, Rosatti, Highton y Rozenkrantz asumirán el error cometido. Para esa fecha, si no hay argucia legal para esgrimir, Alfredo Astiz compartirá las calles con nosotros, que sufrimos las consecuencias del plan sistemático de represión ilegal ejecutado por la dictadura

La Historia no absolverá a los tres jueces de la Corte.