Alberto Fernández asumió una posición tibia respecto a la invasión de Rusia a Ucrania. No mencionó al país agresor, no repudió la acción ilegal de Vladimir Putin y obvió la defensa de la integración regional. Un falla diplomática grave asumiendo la disputa que protagoniza el Reino Unido respecto a la soberanía histórica que tiene la Argentina sobre las Islas Malvinas.

La invasión de Putin pone al planeta frente a un desafío bélico inédito y desnuda la mirada que tiene el Kremlin respecto al poder geopolítico de los Estados Unidos. Al líder ruso no le preocupó las advertencias de Joseph Biden y se siente seguro con su alianza cautelosa con Xi Jinping.

La Casa Blanca ordenó hace unos meses la retirada de Afganistan, y esto implica la decisión de evitar conflictos bélicos en extramuros. Es poco probable que Biden ordene una replica militar en Ucrania y apelará a las sanciones económicas y financieras.

Alberto Fernández -por ahora- adoptó un discurso tibio, cuando se necesita una condena frontal a la invasión que Putin ordenó sobre Ucrania. No es ético ni práctico hacer cálculos políticos: Rusia violó la ley internacional y Argentina necesita de Estados Unidos para cerrar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

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