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Troscos

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Notas

La crisis económica y social desnudó la fragilidad del gobierno ante sindicatos que no integran el establishment político. Alberto Fernández y Claudio Moroni están acostumbrados a negociar con líderes gremiales atados a la CGT y con un pasado que mezcla a la democracia con los últimos años de la dictadura militar.

Al final es fácil: los sindicalistas clásicos siempre encuentran un punto de acuerdo que protege sus intereses corporativos.

Pero los gremialistas con formación de izquierda tienen otra perspectiva. Son clasistas y sus objetivos políticos apuntan a transformar la puja salarial en un paso hacia la revolución. No sueñan con manejar un sindicato por 30 años, aspiran a cambiar al sistema institucional y terminar con la jerarquía sindical.

En este contexto, la negociación salarial entre Alberto Fernández y Moroni con Alejandro Crespo (foto) como representante de SUTNA -gremio de los trabajadores de neumáticos- exhibió el crecimiento y el poder de los sindicatos que están por afuera de la CGT y las cenas en la quinta de Olivos.

Fue un llamado de atención al peronismo en su conjunto y a los empresarios. En tiempos de crisis profundas, aparecen otros actores que pueden conmover al mundo en 10 días.