Donald Trump ganó una elección presidencial con un peso político inesperado. El candidato republicano obtuvo la mayoría de los votos populares, controlará el Senado y es muy posible que también domine a la Cámara de Representantes. Kamala Harris fue derrotada en toda la línea, y el Partido Demócrata quedó a la deriva.
No importó que Trump haya castigado al voto hispano, a los afroamericanos, a los inmigrantes, a las mujeres, mientras prometía enterrar la agenda 2030 y eyectar al fiscal federal que probó sus 39 acusaciones penales vinculadas a una escort que cobró para mantener la boca cerrada.
Trump exhibió un discurso que entendía las necesidades económicas y sociales de la mayoría silenciosa de los Estados Unidos, y al final de la contienda superó a Harris que era apoyada por el establishment de Hollywood, los medios más poderosos y decenas de donantes que aportaron millones de dólares para financiar una campaña que sirvió de poco.
Ahora, el presidente electo define una agenda que impactará en la política doméstica y el tablero internacional. Con Trump, un nuevo ciclo histórico ha iniciado.