Rex Tillerson llegaba de una larga gira por África y no esperaba que Donald Trump lo echara como secretario de Estado. Había tenido diferencias con el Presidente de los Estados Unidos, pero no no suponían un quiebre en la relación política. Tillerson apuntaba al consenso y a la diplomacia en términos formales, mientras que Trump dictaba su política internacional a través de los 280 caracteres de Twitter. Así lo hizo cuando anunció la guerra comercial contra los exportadores de acero y aluminio, y así lo repitió cuando anunció que Tillerson era remplazado por Mike Pompeo, hasta hora director de la CIA.
Mike Pompeo, Director of the CIA, will become our new Secretary of State. He will do a fantastic job! Thank you to Rex Tillerson for his service! Gina Haspel will become the new Director of the CIA, and the first woman so chosen. Congratulations to all!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 13 de marzo de 2018
Trump pretende acelerar su estrategia de poder real frente a Venezuela y Corea del Norte, y tiene planes ya diseñados respecto a China, México y la Unión Europea. Tillerson no compartía la mirada del Presidente de los Estados Unidos y consideraba que la mejor estrategia era el consenso diplomático y la negociación permanente. Trump ya piensa en las elecciones de medio término que se harán en noviembre, y necesita un jugada audaz en la arena internacional para capitalizar en la política doméstica. Esa jugada puede ser ejecutada en Venezuela o en Asia. Y Tillerson no estaba de acuerdo.
«Nosotros no pensábamos igual. Realmente había una mirada diferente, un pensamiento diferente», confió Trump a los periodistas acreditados en la Casa Blanca, cuando le consultaron acerca de las razones de la caída de Tillerson. Pompeo, director de la CIA y futuro secretario de Estado, piensa igual que Trump. Es un halcón que no tendrá problemas en plantear el uso de la fuerza –comercial o militar- cuando no alcancen las negociaciones diplomáticas.
La designación de Pompeo afecta la estrategia de Mauricio Macri frente a la Casa Blanca. Tillerson había perdido peso específico, pero aún influía formalmente como secretario de Estado. Jorge Faurie ahora deberá negociar con un halcón que utilizará la fuerza como palanca principal de su gestión en el Departamento de Estado. Faurie como canciller estaba cómodo con la parquedad de Tillerson y ya asumió que Pompeo observa al mundo como un escenario destinado a establecer las relaciones de poder entre las naciones.
Trump tiene una mirada agonal de las relaciones exteriores, y Pompeo cumplirá todas sus órdenes sin presentar la mínima objeción. Macri debería tener ajustado sus argumentos políticos cuando le pregunten si cambiaría su posición pública respecto a la crisis de Venezuela y al eventual acuerdo bilateral entre la Unión Europea y el Mercosur. El presidente argentino va camino a una encrucijada internacional, que puede marcar su gobierno para siempre.