Alberto Fernández se hizo cargo de la derrota en las PASO y aceptó reducir su participación política en los actos de campaña y en las ceremonias oficiales. El Presidente no aparece en los anuncios públicos y apenas visita pequeñas barriadas del conurbano a pocas semanas de los comicios de noviembre.
Las encuestas del gobierno aseguran que la imagen de Alberto Fernández está en permanente caída, y Cristina Fernández de Kirchner exigió que su presencia política se reduzca a la mínima expresión. Es un movimiento que afecta la figura presidencial y no cambiará el futuro imperfecto de la coalición oficial: en la Casa Rosada y el Senado ya asumieron que la derrota es inevitable.
Mientras tanto, Alberto Fernández cavila sus próximos pasos políticos. Decidió que hará otro cambio de Gabinete en noviembre y resolvió contener las aspiraciones de la Vicepresidente, que pretende la renuncia de Martín Guzmán (Economía), Matías Kulfas (Desarrollo Productivo) y Claudio Moroni (Trabajo).
Habrá una batalla por el poder en Balcarce 50. El jefe de Estado tiene una estrategia de negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y puso muchísimo empeño en su relación personal con Joseph Biden y Kristalina Georgieva. CFK, en cambio, considera que no hay espacio para lograr un «acuerdo blando» con el FMI y que la Casa Blanca jamás estuvo al lado de una administración kirchnerista.
Dos miradas distintas, en la cima del poder, que no admiten síntesis política. Y menos tras la inevitable derrota de noviembre.