María Eugenia Vidal no se correrá un centímetro de su pertenencia a Cambiemos y su lealtad a Mauricio Macri, pero tampoco enterrará sus ambiciones políticas por la metodología que Nicolás Dujovne pretende aplicar al acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional (FMI). La gobernadora y el ministro de Hacienda y Finanzas ya chocaron por el monto del ajuste que debería absorber la provincia de Buenos Aires y la disputa aún no terminó. Dujovne propuso que Vidal recorte 60.000 millones de pesos de su presupuesto para obras públicas, y Vidal dijo que no: a su estilo, racional y explicativo, pero dijo que no.
La resistencia de Vidal es similar a la posición de Horacio Rodríguez Larreta en Capital Federal. El jefe de Gobierno también es leal a Macri y al proyecto Cambiemos, pero se piensa como posible presidenciable muy lejos de las consultoras y de Wall Street, el futuro que espera a Dujovne cuando termine su experiencia como ministro de Hacienda y Finanzas. Se trata de dos culturas diferentes: Dujovne privilegia el encuadre del Excel/FMI, Vidal y Rodriguez Larreta aceptan las reglas del juego con condiciones: nada puede poner en riesgo sus proyectos políticos.
Como la gobernadora Vidal, el jefe de gobierno porteño entiende las razones del ajuste y su peso político. Sin embargo, y también como Vidal, sostiene que se debe ajustar primero con criterio político y después con expertice económico y financiero. Rodríguez Larreta aportará cerca de 10.000 millones de pesos a la factura del recorte pedido por el Fondo, y muy poco más. Aunque Dujovne insista e insista.
La posición conjunta de Vidal y Rodríguez Larreta encierran una clave política que apunta a privilegiar la continuidad de Cambiemos como proyecto de poder. Ningún presidente logró su reelección apoyado únicamente en un ajuste fiscal acordado con el FMI. Vidal y Rodríguez Larreta asumen las razones del acuerdo con el Fondo, pero se resisten a creer que se acuerdo asegure cuatro años más en el poder.
Por eso pulsean con Dujovne y proponen alternativas. La tensión es obvia.
Macri dirimirá el conflicto. Él también quiere la reelección.