Alberto Fernández encontró un atajo para salir del encierro que significaba anunciar cada quince días que la cuarentena en AMBA continuará hasta que se aplane la curva de la pandemia. El confinamiento obligatorio sirvió para contener la muerte y los contagios, pero el humor y el hastío social erosionan la imagen del Presidente, cuando aún están pendientes las medidas para atenuar la crisis económica que profundizó el COVID-19.

La iniciativa para producir vacunas en la Argentina está respaldada por el prestigio de la Universidad de Oxford, los millones de dólares que aporta el banquero mexicano Carlos Slim y la capacidad tecnológica de los laboratorios de Hugo Sigman, un empresario argentino que desde hace décadas apuesta a la investigación científica.

Esta suma de capacidades diferentes -Oxford, Slim y Sigman- permiten descartar el síndrome de la expropiación de Vicentin. La vacuna contra el COVID-19 se iba a producir en la Argentina, al margen de la decisión del Gobierno de apoyar esta iniciativa científica-comercial y anunciar a continuación la compra de 11 millones de dosis para distribuir gratis en 2021.

Alberto Fernández encontró el atajo para salir de cierta melancolía que ya tiñe sus explicaciones técnicas cada quince días de cuarentena. Un tregua frente a la muerte y los contagios que aún no dan respiro, cuando se cumplen 150 días de aislamiento obligatorio.