En los últimos 40 años de democracia, el vicepresidente siempre terminó conspirando contra el Presidente. Sucedió con Víctor Martínez (Raúl Alfonsín), Carlos «Chacho» Álvarez (Fernando de la Rua) y Cristina Fernández de Kirchner (Alberto Fernández), por citar ciertos casos políticos.
Y Victoria Villarruel no fue la excepción.
Javier Milei confirmó las intenciones de su vice durante la transición hacia la Casa Rosada, y por eso optó por Patricia Bulrrich y Luis Petri, al momento de ocupar la cartera de Seguridad y el Ministerio de Defensa. El presidente eligió adversarios leales, que se sumaban a un proyecto común que iniciaba de cero y con escaso poder en el Congreso y las provincias.
Villarruel entendió el mensaje y dobló la apuesta: diseñó una agenda internacional -con visitas al Papa Francisco e Isabel Martínez de Perón, e inició un coqueteó político in crescendo con Mauricio Macri y referentes locales que jamás leyeron a Carl Schmitt.
En 40 años, no hubo un sólo vicepresidente que haya coronado su conspiración.